Fotos: Carlos A. Schwartz – Efraín Pintos

Femme Bouteille

Autor
Joan Miró
Edición
I Exposición (1973-74)
Año
1972-74
Estado
En exposición, en Avda. de la Asunción 
Material
Bronce

“Las esculturas de Miró y de Moore que se mantuvieron expuestas en la Rambla durante casi medio año, regresaron a su lugar de origen – París y Londres – una vez finalizado el plazo del préstamo. Comenzó en ese momento un verdadero movimiento popular, del que se hicieron eco todos los medios de comunicación, para que las obras retornasen a nuestra ciudad. Los autores no fueron insensibles a tan fuerte presión social y decidieron ceder los derechos sobre sus esculturas para que unas nuevas fundiciones de bronce pudiesen volver con nosotros. A este fin se hizo necesario recabar fondos mediante colecta popular, que se complementó con una subvención especial del Cabildo de Tenerife. Las obras que vinieron en esta segunda ocasión no coincidían con las anteriormente expuestas en Santa Cruz y llevan por título El guerrero de Goslar de Henry Moore y Mujer botella II de Joan Miró. “

Saavedra Martínez, V. (1996). Historia de un acontecimiento. En A. Carnero, D. Duque, & C. Schwartz, Iª Exposición Internacional de Escultura en La Calle (págs. 11-24). Santa Cruz de Tenerife: Cabildo Insular de Tenerife. Área de Cultura. ISBN: 84-87340-63-6

“La escultura no es la ocupación del espacio, sino, precisamente, su desocupación. La escultura no llena un espacio o un lugar: viene a mostrarnos su vacío. Sólo cuando la materia aparece en el espacio cobramos conciencia del espacio.

La escultura de Miró, Femme bouteille (1972-1974), es de una estirpe muy diferente a la de las motivaciones o los impulsos tradicionales de la escultura. Miró no fue un escultor, por más que muchos de sus objetos poéticos y de sus esculturas sean obras artísticas de primer orden. Lo es también, sin duda, la Femme bouteille, pero con un valor, en efecto, diferente al que ofrece El guerrero de Goslar de Moore o el Homenaje a las Islas Canarias de Pablo Serrano (obras sobre las que todavía he de volver luego), en las que la experiencia de la espacialidad se percibe de manera inmediata como sentido esencial de su estar ahí escultórico.

La pieza de Miró es, sí, un objeto poético, en la gran tradición surrealista del objeto. Es en este sentido en el que señalo que se trata de una obra que no obedece a un puro sentimiento de la espacialidad, sino, ante todo, al de la objetualidad mistérica, un sentimiento que estuvo en el origen de muchas de las obsesiones artísticas de los poetas y pintores del Surrealismo, desde los poemas-objeto de André Breton hasta los objetos “imposibles” de Meret Oppenheim, los «objetos de funcionamiento simbólico” de Salvador Dalí y, en fin, tantos otros (entre los cuales no deben olvidarse los de Marcel Duchamp). Joan Miró fue uno de los mejores exponentes de esa tradición; piénsese sólo en su Bailarina española, de 1928, en el que vemos una traba o aguja que atraviesa un corcho de botella y, sobre ambos, una pluma de ave, tres elementos que bastan para hacer encarnar el misterio.

Así ocurre en Femme bouteille, un bronce en el que, como indica su título, se funden formas humanas y objetuales para dar lugar a una tercera que es la reunión de lo animado y lo inanimado.”

Sánchez Robayna, A. (1996). El espacio de la escultura. En A. Carnero, D. Duque, & C. Schwartz, Iª Exposición Internacional de Escultura en La Calle (págs. 77-86). Santa Cruz de Tenerife: Cabildo Insular de Tenerife. Área de Cultura. ISBN: 84-87340-63-6

“La galería Maeght de París prestó dos piezas magníficas, un Estabile-Móbile de Alexander Calder que durante algún tiempo alegró las Ramblas con la movilidad de su precario equilibrio, y un primer bronce de Joan Miró: Mujer (1972). Llegado el momento de su devolución y ante los ruegos de la Comisión de Cultura, Miró accedió a sustituir la primera pieza por un ejemplar de Femme Bouteille (1972), cuya fundición fue realizada en septiembre de 1975 en el taller de Fratelli Bonvicini, en Verona, y cuyos gastos de ejecución, seguro y traslado fueron costeados por el Ayuntamiento capitalino. Igual que la de Calder, lamentablemente el resto de las obras pertenecientes a galerías privadas tuvieron que devolverse ya que sus precios excedían ampliamente el presupuesto de la Exposición.”

Fernández Lomana, M.A. (1996). De la conmemoración al homenaje. En A. Carnero, D. Duque, & C. Schwartz, Iª Exposición Internacional de Escultura en La Calle (págs. 87-108). Santa Cruz de Tenerife: Cabildo Insular de Tenerife. Área de Cultura. ISBN: 84-87340-63-6